lunes, 20 de mayo de 2013

20 - 05 - 2.013 Día 10




           Anoche a última hora nos vino a llamar a la habitación el hijo del dueño del hostal donde dormíamos, era para que metiésemos las motos por la noche en el local que había al lado; un almacén de bebidas, pena que las metimos en el lado de las cajas vacías que si no….

Esta mañana sobre las 8:00, sacar las motos, poner maletas y rumbo a Mostar, la carretera de Sarajevo a Mostar va por un valle, encajonado entre dos montañas y junto a un río que se represa en varias ocasiones; es un paisaje bonito.
Al llegar a Mostar, que es una ciudad bastante turística, ya estaba el típico “gorrilla” intentado sacar algo por decirnos donde aparcar las motos; hemos pasado de él y las hemos aparcado sobre una acera cerca del Puente Viejo.


 
Una cosa que me ha sorprendido en Bosnia Herzegovina es la cantidad de gente que va en moto sin casco, ya sea un ciclomotor o una Ninja 600; y pasan por delante de la policía y no les dicen nada, no se ….
Al de poco de salir de Mostar nos encontramos con este pueblecito de herencia otomana.

Antes de cruzar la frontera hacia Croacia a rellenar el depósito con todo lo que entre ya que en Bosnia es más barata. Hemos cruzado dos veces las fronteras Bosnia y Croata hasta encaminarnos rumbo a Dubrovnik por la costa, solo enseñar DNI y sin problemas.
Al entrar en Croacia ya se nota un aire mediterráneo, la vegetación, el olor a mar….
Se baja por toda la costa, junto al mar, viendo calitas en las que estoy deseando tirarme (hay 28º, y la ropa de la moto da un poco de calor), aquí ya ha llegado el verano.
Unos 20 km antes de llegar a Dubrovnik al salir de una curva cambia el límite de velocidad de 90 a 60 km/h miro al frente y veo metidos en una parada de autobús a dos policías, uno con la pistola-radar apuntando; instintivamente clavo los dos frenos y reduzco dos marchas del tirón, el motor ruge delatándome en la deceleración y además oigo derrapar la rueda de Igor que viene detrás que también ha clavado.
Según me aproximo a los policías pienso, libraremos o no libraremos; al pasar a su lado no nos paran, el de la pistola-radar se la quita de la cara y tiene una sonrisa de oreja a oreja; se descojona de nuestra frenada al verlos. Hemos librado.
Llegamos a Dubrovnik, aparcamos las motos junto a la muralla y recorremos la ciudad vieja.
 
 
 
 
 
 
 

Al volver a coger las motos nos encontramos la siguiente nota.
 

Se trata de un motero, Álvaro, que ha venido desde España con su Hyosung de 250, ha visto nuestras motos y nos deja un mensaje con su número de teléfono para tomar algo. No tengo teléfono, lo he dejado al venir metido en la maleta en el hostal que habíamos pillado (26 € la doble) y está lejos. Me da mucha pena, pues habría estado bien tomar unas cañas con este compañero, tiene más merito que nosotros, el viene con una 250 y yo con la vaca-burra esta.
                Le envío un whatsApp disculpándome por no poder quedar y animándole a que siga viajando sin importarle la cilindrada.
 
 
 
 

 

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