Hoy he dejado atrás Turquía tras recorrer 4.600 km conociendo un poco este gran país. En la frontera turca enseñar pasaporte y documentación de la moto; en la georgiana lo mismo aunque dos veces, en puestos distintos según vas cruzando.
En el primer puesto de la frontera georgiana, el policía de
inmigración tenía ganas de charla con el español de la moto. Ha empezado
preguntándome por los Sanfermines, veía los encierros por internet todos los
días; después me pregunta por una fiesta que se hace de la patata, le contesto
que no me suena ninguna fiesta importante de la patata (en Vitoria seguro que
hay pero este no creo que las conozca), a lo que contesta “oh no! Sorry,
potatoes no, tomatoes”. Ok, La tomatina en Buñol, rato de charla.
Los coches de detrás empiezan a pitar y él ni se inmuta, me
ve a mí un poco apurado y me dice “no hay problema que esperen, ¿hay otra
también con naranjas no?” Si hacen otra en valencia con naranjas, y otra en
Haro (La Rioja) con vino; esta no la conocía y le gusta la idea (seguro que
esta noche está buscando la batalla del vino en internet).
Tras cinco minutos largos de charla, en 20 segundos pasa el
pasaporte por la máquina, mete los datos del permiso de circulación al
ordenador y me deja pasar. Más adelante hay que parar en otro puesto a que te
echen el sello de entrada, había dos chicas jóvenes también con ganas de charla
y risas. Al principio se descojonaban de que me llamaría Joseba, luego flipaban
al revisar los visados de Irán, Pakistán e India, y al leer los sellos de
Sudamérica que hay en mi pasaporte; al final la más joven de las dos quería que
la llevara conmigo de viaje. Han salido de la garita, se han hecho una foto
conmigo y por fin he cruzado.
Menuda historia para cruzar la frontera, aunque ojala todos
los cruces largos de frontera sean por estos motivos y no por otros.
Una vez en Georgia parada en el monumento que hay al de
poco de entrar a sacar la foto ya típica de todos los viajeros que cruzan este
país. Después a echar gasolina, había calculado para llegar justo y me quedaban
50 km. Al entrar en la gasolinera me ha dado un subidón, acostumbrado ya a las
4,80 liras turcas (1,90 €/l) la 95 está aquí a 2,10 lari (1€=2,14 laris) luego
0,98 €/l. He llenado 32 litros por unos 28€, en Turquía lo mismo son casi 60€.
Un recorrido por Batumi, ciudad costera a orillas del Mar
Negro muy dedicada al turismo de sol y playa nacional. Por cierto, cambio de
hora, aquí van con el GTM+4, o sea ahora 2 horas más que en España.
Había localizado por
internet un camping a unos 25 km siguiendo la costa hacia el norte, cuando he
llegado me he dado cuenta que el concepto europeo de camping no es el mismo que
el georgiano. Me he dado media vuelta, estoy mejor en una campa que ahí.
He seguido hasta Kutaisi (antigua capital de La Cólquida
que existía desde tiempos de los argonautas en el siglo XIII a.C.), donde he
visitado la Catedral de Bagrati del siglo XI, varias plazas y el monumento a
“David El Constructor”, el famoso rey de Georgia que fundó en el siglo XII el
complejo de monasterios de Guelati al que iré mañana.
Ya eran las 19 y había que empezar a buscar algo para
dormir, para variar el inglés por aquí no se lleva (aunque si el dólar) y yo de
ruso y georgiano pues lo que he oído por la obra, ja, ja … El primer hotel que he encontrado era
demasiado lujoso (dígase, caro), el segundo desde fuera no tenía muy buena
pinta pero hay que entrar a ver y preguntar.
Al acceder a hall veo pequeñas mesas redondas junto a las
paredes, a ambos lados izquierda y derecha iluminadas con neones azul y rojo;
al fondo una pequeña barra de bar con un altillo a su derecha en el que hay una
barra metálica vertical y una escalera que sube hacia las habitaciones que
están en el piso superior. Me atiende una mujer de unos 50 años extremadamente
maquillada y marcando carnes, a su lado hay otras tres de similar aspecto algo
más jóvenes. Lo tengo claro, esto es un puti fijo ... Me dice que la habitación
cuesta 50 laris, le hago entender que es muy caro y me piro corriendo.
Al verme salir tan rápido un chico de un negocio de
telefonía que hay al lado y que me ha visto entrar se descojona, él ya sabe lo
que hay dentro. Dando un par de vueltas he encontrado otro que está bastante
bien, lo único que no hay wifi, el dueño me pedía 40 laris y yo le decía que
30, al final hemos cerrado a 35 (16€) y he guardado la moto en su garaje
cerrado.
Al volver del garaje se ha empeñado en que teníamos que
tomar un vodka, ha ido a la nevera que tiene en recepción y ha sacado una
botella de coca-cola de 2 litros rellena de un líquido transparente. A saber
quién ha destilado esto, ha llenado dos vasitos y hemos brindado, él se lo ha
tomado de trago y justo en ese momento ha entrado una pareja georgiana
preguntando por habitación, en ese descuido he tirado el vodka a una maceta y
he disimulado como que me lo había bebido y me picaba la garganta. Se ha reído
un poco del blandengue del extranjero y me ha ofrecido más, le he dicho que no
y he subido a la habitación.
Jajaja mu bueno tu relato en tu viaje, quizas alguna dia me de al vuelta al Mar muerto
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEn Turquía no es necesario, vale con la documentación de la moto y la carta verde del seguro.
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